1. El Principio
A ver, se empieza por el principio. El porqué de este blog.
Tengo varias razones para escribir este diario. Para empezar, ya estoy cansada de escribir diarios ridículos, donde mis reflexiones sobre la vida se mezclan con narraciones de poco interés sobre mi vida privada, divagaciones autocompasivas y demás idioteces.
Quiero escribir un diario diferente. Un diario donde cada anécdota lleve detrás una reflexión más profunda. Algo más inteligente, algo más “currado” que el típico “Hoy comí un bocadillo y chocolate y luego...” que marca la mayoría de mis entradas de diario.
Además, dedicar parte de mi tiempo a pensar, a ordenar mis ideas y escribirlas es un reto para mí. Otra forma de ayudarme a superar mis problemas, de ocupar mi tiempo. “The busy bee has no time for sorrow,” como decía William Blake.
Por último, me gustaría demostrar que no hace falta estudiar una carrera para poder hacer filosofía. La filosofía me encanta y tengo planeado –que lo cumpla ya es otra cosa- ocupar parte de mi tiempo en leer y comentar libros de filosofía, autores y corrientes. Pero intentaré hacerlo de modo claro y sencillo.
Será difícil.
Como estudiante de universidad, confesaré que renunciar a las complejidades lingüísticas es duro, casi tanto como llegar a entenderlas. Pero algo que me molesta del mundo académico es esta afición por las palabras grandes y frases enrevesadas. Me ha pasado muchísimas veces, cuando estoy leyendo algún artículo o lo que sea, que me paso media hora sólo intentando descifrar un solo párrafo. Déjemonos de barroquismos y extravagancias, dentro de lo que cabe –porque hay que admitir que tiene su cosa, esto de escribir de manera enrevesada- y digamos las cosas claras.
Porque siempre que leo o escucho a algún filósofo contemporáneo, discutiendo y discutiendo cosas tan abstractas que ya no significan nada, me viene a la mente una terrible sospecha-
Tal vez se estén complicando demasiado la vida. Tal vez las cosas sean mucho más simples de lo que creemos. Tal vez las respuestas (aquellas respuestas que llevamos siglos buscando) son tan simples y obvias que las tenemos frente a nuestras narices y nunca las hemos visto.
Tal vez, cuando algún día acabe este blog, después de miles de palabras que haya escrito aquí –¡esperemos!- sólo pueda llegar a una conclusión.
La vida... es.
(¿O tal vez no?)
Tengo varias razones para escribir este diario. Para empezar, ya estoy cansada de escribir diarios ridículos, donde mis reflexiones sobre la vida se mezclan con narraciones de poco interés sobre mi vida privada, divagaciones autocompasivas y demás idioteces.
Quiero escribir un diario diferente. Un diario donde cada anécdota lleve detrás una reflexión más profunda. Algo más inteligente, algo más “currado” que el típico “Hoy comí un bocadillo y chocolate y luego...” que marca la mayoría de mis entradas de diario.
Además, dedicar parte de mi tiempo a pensar, a ordenar mis ideas y escribirlas es un reto para mí. Otra forma de ayudarme a superar mis problemas, de ocupar mi tiempo. “The busy bee has no time for sorrow,” como decía William Blake.
Por último, me gustaría demostrar que no hace falta estudiar una carrera para poder hacer filosofía. La filosofía me encanta y tengo planeado –que lo cumpla ya es otra cosa- ocupar parte de mi tiempo en leer y comentar libros de filosofía, autores y corrientes. Pero intentaré hacerlo de modo claro y sencillo.
Será difícil.
Como estudiante de universidad, confesaré que renunciar a las complejidades lingüísticas es duro, casi tanto como llegar a entenderlas. Pero algo que me molesta del mundo académico es esta afición por las palabras grandes y frases enrevesadas. Me ha pasado muchísimas veces, cuando estoy leyendo algún artículo o lo que sea, que me paso media hora sólo intentando descifrar un solo párrafo. Déjemonos de barroquismos y extravagancias, dentro de lo que cabe –porque hay que admitir que tiene su cosa, esto de escribir de manera enrevesada- y digamos las cosas claras.
Porque siempre que leo o escucho a algún filósofo contemporáneo, discutiendo y discutiendo cosas tan abstractas que ya no significan nada, me viene a la mente una terrible sospecha-
Tal vez se estén complicando demasiado la vida. Tal vez las cosas sean mucho más simples de lo que creemos. Tal vez las respuestas (aquellas respuestas que llevamos siglos buscando) son tan simples y obvias que las tenemos frente a nuestras narices y nunca las hemos visto.
Tal vez, cuando algún día acabe este blog, después de miles de palabras que haya escrito aquí –¡esperemos!- sólo pueda llegar a una conclusión.
La vida... es.
(¿O tal vez no?)
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