miércoles, febrero 11, 2009

Animal Farm: reflexiones


Animal Farm, de George Orwell, cuenta la historia de una rebelión de animales que echan a los humanos de la granja y se quedan a organizarla ellos... y cómo un proyecto para todos acaba convertido en más de lo mismo. Asumiré que todos la habéis leído, y pasaré simplemente a comentarla.
Antes que nada, se me ocurre que la historia es una metáfora no sólo para la Revolución Rusa de 1917 y el régimen estalinista, sino también para el funcionamiento real de otros estados comunistas, especialmente Corea del Norte. Es un modelo todavía vigente, y no está limitado por la situación concreta que lo inspiró. Por lo tanto, hay algo de universal en esta historia.
Al final de la novela, los animales observan, asombrados y aterrados, la repentina humanización de los amos de la granja, los cerdos. Los cerdos, desde el principio, habían guiado la Revolución, habían organizado el funcionamiento de la granja, y progresivamente, fueron reservándose más y más privilegios. Finalmente cometen el acto más simbólico: caminar con dos patas. De ahí, su humanización es total: se visten como humanos, usan látigos, como los antiguos dueños de la granja, y comienzan a relacionarse de igual a igual con los humanos, hasta que los demás animales de la granja son incapaces de distinguir a los cerdos de los humanos.
¿Cómo llegaron a esta situación? ¿Qué fue mal? Al principio todo parecía ir bien: todos trabajaban (excepto los cerdos, que en vez de hacer el trabajo duro, hacían el trabajo intelectual de pensar cómo adaptar al uso de los animales las herramientas de los humanos), y todos se repartían las ganancias a partes iguales (excepto que ya el primer día la leche de las vacas desapareció misteriosamente en manos de los cerdos).
Aquí tenemos el problema: ya desde el principio existía una desigualdad. Los cerdos eran los animales más inteligentes, y por lo tanto, tenían una ventaja sobre los demás animales: eran capaces de pensar y crear soluciones para todos los problemas, de organizar la granja, de innovar - y de manipular a todos aquellos menos inteligentes que ellos. Esta es una desigualdad que existe en toda sociedad, aunque no creo que todos los que estén en el poder lo estén únicamente por su inteligencia superior (ej: Bush hijo). Pero lo cierto es que es una manera lógica de organizar la sociedad: es decir, que aquellos que manejen los asuntos más importantes, los puestos de mayor responsabilidad, sean los que tengan una mayor capacidad para tomar decisiones inteligentes... que convengan a todos.
Y he aquí el núcleo del problema: los cerdos, incluso al principio, trabajaban sobre todo para sí mismos. Para que la granja de los animales hubiera funcionado de una manera igualitaria, colectivista, y más justa, los cerdos habrían tenido que asumir su posición de responsabilidad como un deber hacia los demás animales, no como un privilegio. Habrían tenido que trabajar para los demás, nunca para sí mismos. Es decir, aunque los líderes tengan que hacer un trabajo de naturaleza muy distinta al que hacen los demás, su trabajo también debe ser para los demás, en beneficio de los demás - un beneficio común que también será un beneficio propio, aunque sin reportar grandes privilegios. Los gobernantes, los líderes de una Revolución, deben ser los más desapegados, los más altruistas.
¿O acaso los más inteligentes tienen derecho a mayores privilegios que los demás? ¿Acaso es la inteligencia que te orotga superioridad? Me imagino que lo es, en tanto que te permite administrar tus recursos e ir ganando poder en la sociedad. Pero éticamente, ¿quién defendería el derecho de los inteligentes a considerar a los demás como mera mano de obra, como recursos a nuestra disposición, a nuestro servicio; y no como seres dotados de intereses propios que merecen el reconocimiento de ciertos derechos? Los esclavistas consideraban que su "superioridad" innata les daba derecho a tratar a sus negros como objetos en su propiedad. Los imperialistas británicos consideraban su obligación llevar su cultura y sociedad superior a los bárbaros de todas partes del mundo. Y hoy en día, muchos humanos siguen usando el argumento de la "superioridad" innata y una mayor inteligencia para justificar la explotación, sufrimiento y asesinato de BILLONES de animales en todo el mundo.
Tal como está escrita la historia de la granja de animales, no creo que pudiera haber acabado de un modo distinto. El egoísmo de los cerdos los llevó en un principio a reservarse la leche y las manzanas, adquirieron el monopolio de la violencia (gracias a los cachorros que Napoleón entrenó para ser su "ejército" privado) y finalmente, a considerarse los amos y señores de la granja. No había posibilidad de redención (los cerdos que cuestionaban las medidas de Napoleón fueron ejectudados brutalmente), ni posibilidad de una segunda rebelión. Los demás animales eran demasiado estúpidos, sumisos o pesimistas para rebelarse, y además conforme avanzaba la trama, estaba más claro que el poder estaba firmemente en manos de los cerdos. ¿Qué animal se opondría a un grupo de sabuesos feroces y sanguinarios? Después de acostumbrarte a creer en las palabras de los cerdos, ¿quién podía cuestionar sus justificaciones, su propaganda?
¿Habrá pasado lo mismo en las tantas veces que se intentó aplicarse? Creo que es probable, aunque por mi desconocimiento de la situación de países socialistas, prefiero investigar un poco antes de aventurar una respuesta. Pero como ya he dicho antes, la historia me parece comparable a la situación de Corea del Norte (el "Líder", la propaganda, la utilización de un enemigo exterior para justificar y distraer la atención de los fallos interiores, la sociedad supuestamente igualitaria que se convierte en jerarquizada y totalitaria, el militarismo, la desvergonzada explotación de sus propios ciudadanos, etc.)
¿Es este el resultado de toda rebelión? El pueblo, los que no tienen poder, la carne de cañón, ayuda a desbancar a los poderosos, sólo para verse de nuevo bajo el yugo de un nuevo grupo poderoso? La evidencia histórica apunta a una respuesta afirmativa.
Siempre nos quedará la esperanza. Supongo.

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