martes, noviembre 15, 2005

Para la Libertad

Estoy furiosa, y me tengo que desahogar.

Todo el mundo está hablando de la Libertad: desde George Bush con su "Invadimos Iraq para Defender la Libertad" (léase la Libertad del Petróleo para Fluir en Nuestras Manos), una frase vacía como casi todas las pronunciadas por un político; hasta los políticos catalanistas -y los del PP- hasta los estudiantes de mi Universidad.

Y yo digo: están todos idiotas.

Mil y mil veces! Hola a todos, un notición para vosotros: LA LIBERTAD NO EXISTE.

NO SOMOS LIBRES.
NUNCA LO FUIMOS.
NUNCA LO SEREMOS.

Bueno. Tal vez exagere, porque, como siempre, la existencia de la Libertad depende de como definamos el concepto.

Libertad: mi capacidad y posibilidad de elegir. No estar encadenado; tener la posibilidad de hacer cosas según si lo escogemos o no.

Ah! Entonces si que somos libres, no? Podemos elegir, verdad?

Pues claro que podemos elegir! Por ejemplo, el otro día en el supermercado, tenía yo que hacer una elección muy importante:

¿Qué champú me compro?

Las innumerables posibilidades, aquí resumidamente numeradas:
1. El champú más barato que pudiera encontrar. (el de marca Dia): 1,5 euros aprox.
2. Un champú especial para pelo rizado de Sunsilk (2, 99 euros)
3. Un champú especial para pelo rizado de Garnier (3, 75 euros)
4. Un 2 en 1 baratillo (2,75 euros) de Flex.

Yo para las decisiones soy una IDIOTA con capslock, así que no es cosa extraña haberme pasado por 2 supermercados, en varias ocasiones, para comparar precios y marcas. Y luego quedarme media hora frente al estante de los champús, rascándome la cabellera grasienta sin saber qué comprar. Quería algo barato, que me fuera bien, y que además tuviera acondicionador, porque encima que te gastas una pasta en champú te tienes que comprar otro producto para arreglar el desastre que el champú ha hecho de tu pelo. El que mejor me funciona es el Pantene, pero de ése no compro porque 1) es de Procter & Gamble, una compañía que experimenta sus productos con animales y 2) es el más caro.

Al final acabé decidiéndome por la opción 2), que parecía un punto medio entre todas las opciones, pero cuando fui al Dia a comprarlo (que lo vendían a 2,75) ¡ya no había! Sólo estaban los de Fructis. Así que al final, sabiendo perfectamente que es una pijada y que seguramente no me quedará el pelo como en los anuncios, me compré el champú Fructis (eso sí; sin acondicionador, a ver cómo me queda el pelo).

Toda esta explicación tan superficial tiene su motivo para estar aquí (y si esto les parece pesado porque no se leen American Psycho). Y es que en medio de tomar mi decisión, miré la estantería, las hileras de productos coloridos, vendiéndome unos valores y un estilo de vida determinados, y me di cuenta de algo terrible.

¿Es esto todo lo que puedo decidir? ¿HASTA AQUÍ LLEGA MI LIBERTAD? ¿Sólo puedo elegir qué champú compro?

Y pensé: vaya mierda. Qué libertad más falsa, más LIMITADA que tenemos.

Y así es. Lo voy viendo cada día. Puedo elegir, por ejemplo, si comprarme una bicicleta de segunda mano o una nueva. Pero no puedo elegir entre una bici y un coche, porque no tengo suficiente dinero para comprarme un coche.

En las elecciones a rector de la Universidad, podemos elegir entre DOS (2) candidatos. Los dos hombres, blancos, catalanes. Uno de ellos pidiendo la reelección.

Lo mismo pasa con las elecciones presidenciales: hay muchos partidos políticos en España, pero las verdaderas elecciones se las disputan dos (2) partidos principales, los herederos (uno de ellos, al menos) de los bandos que lucharon en la Guerra Civil.

No sé ustedes, pero yo tenía una idea muy distinta de lo que era la democracia. ¡En serio! Cuando por vez primera conocí el mundo de las elecciones y los partidos políticos, mi inocente mente imaginó que lo natural sería que hubieran muchos partidos que se disputaran los votos del pueblo. ¿No sería lo más normal?

Hasta hace unos años, pensaba que en Estados Unidos había más de dos partidos políticos.

Y los hay, aunque como en España, su poca importancia es tal que los de izquierdas no pueden votarle al partido de izquierdas porque eso significaría favorecer a los Republicanos (una extrañísima casualidad estadística muy irónica o frustrante, según la veamos); así que muchos acaban votandole a los Demócratas, el partido más que liberal, derechista moderado.

(O moderadamente moderado?)

Y no sólo eso! Me queda una idea todavía más terrible:

¿Cuál es nuestra mayor libertad? ¿Dónde radica nuestra verdadera libertad?

Hace días lo comentaban en una clase de literatura, sobre la historia de una mujer que se "libera" de muchas cosas y luego... se suicida.

Y dijeron: El acto supremo de afirmación del ser (del YO), el acto supremo de rebeldía, LA demonstración de la libertad de cada uno para decidir su destino es...

QUITÁNDOTE LA VIDA.

Osea: Yo soy libre! Puedo decidir qué hacer con mi vida! YO tengo las riendas de mi vida!
*se suicida*

Like, DUH. Traducción: VAYA. MIERDA. DE. LIBERTAD.

Si la decisión más importante que podemos hacer sobre cómo vivir nuestra vida es si quitárnosla o no, pues... no sé, me parece que la libertad es algo o muy inexistente o muy sobrevalorado.